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Generación perdida (por el mundo)

23 de noviembre de 2014
Sofía Paz Luna 

De Madrid a México

"Me licencié en 2010, en 2012 tenía 24 años y casi tenías que dar gracias por ser becario y ganar 400 euros"


25 de marzo del 2012; una fecha cualquiera para ti .Para mi fue el día que aterricé en México y donde sigo desde entonces. Un viaje de más de dos años y medio que continúa sin moverme de una ciudad, de la inmensa, alocada y llena de contrastes Ciudad de México. ¿Por qué vine? esta es una pregunta que cada vez me cuesta más contestar, porque las respuestas van variando según pasa el tiempo. Por la crisis, por la falta de oportunidades, por viajar, por conocer un lugar extraño, por aprender de una cultura, por crecer, por conocer gente nueva, por conocerme.

Todos los que decidimos irnos hace 2 años o 6 meses deben saber bien de que hablo; lo que tienen en común todos los expatriados (y cuanto más lejos estéis más de acuerdo estaréis conmigo) es ese flujo constante de sentimientos que no sabes muy bien cómo acomodarlos porque son tan nuevos como la ciudad en la que la vives.

El porqué decidí irme de España no es la pregunta que más cansada estoy de oír, al final acabas creando una respuesta tipo cada vez más concisa que vas amoldando para evitar más preguntas, porque sinceramente, después de dos años y medio oyendo lo mismo, uno se cansa. Y es que no creo que haya que dar muchas explicaciones, debería bastar con decir: me licencié en 2010, en 2012 tenía 24 años y casi tenías que dar gracias por ser becario y ganar 400 euros. Si eres español y no has vivido los últimos 5 años con la cabeza bajo tierra sabes de lo que hablo.

Volviendo a los interrogatorios que uno sufre cuando vuelve a casa de vacaciones, sí ; tus vacaciones las pasas en casa, la peor pregunta que le puedes hacer a un expatriado es cuando sin razón aparente ninguna; y a esto me refiero cuando no hay oferta laboral, ni el amor de tu vida por en medio , es ¿Y por qué México (coloquen aquí cualquier país de destino)? En estos casos mi respuesta tipo es ¿Y por qué no?, respuesta que todavía no termino de amoldar porque inevitablemente soy acribillada con más preguntas cada cual más estereotipada e ignorante; uy ¿pero “eso” no es muy inseguro? ¿pero ahí se vive bien? ¿allí hay trabajo de lo tuyo? ¿te tuviste que vacunar de algo? La ironía es una de las muchas cualidades que un inmigrante desarrolla cuando se topa con los prejuicios sobre su nuevo hogar, así que mis contestaciones procuro dejarlas al nivel de su sabiduría: sí, bueno; es bastante inseguro, no salgo de mi casa en todo el día por miedo a que me rapten por eso llevo tanto tiempo allí porque se está muy bien. Bien, lo que se dice bien no vivo, gano una miseria y el agua corriente va y viene. De lo mío…¿de lo mío? ¿qué es lo mío?, ¿a caso sabes “qué es lo mío”? No, que va, la publicidad la inventé yo al llegar al país; antes ni tenían internet. Y sí claro, malaria, dengue, tuberculosis, y hasta lepra hay pero como esto último no tiene vacuna sólo tienes que andar con cuidado para no pillarla. Y hay quienes se te quedan mirando sin saber si les estás diciendo la verdad o te estás quedando con ellos. Aquí es donde nace el muro, ese muro que se interpone entre el tú nuevo y los que se quedan esperando “su oportunidad”, esa oportunidad que obviamente aparecerá cuando te levantes un día y las crisis haya acabado, y los más de 5 millones de desempleados reciban una oferta de empleo hecha a su medida en la puerta de su casa. ¿Os he dicho ya que la ironía es una cualidad de las mentes emigrantes?

Lo positivo de todo esto es que hay con quienes en lugar de muros aparecen ventanas abiertas de par en par, bien sea con los que se quedan luchando en lugar de esperando o con los que encuentras en el camino luchando como tú.

Luchar, esa es la palabra de nuestra generación, lucha externa por hacerte un lugar en el mundo, sea fuera o dentro de tu país. Lucha interna por encontrarte continuamente intentando entenderte a ti mismo mientras intentas entender tu nueva realidad, una realidad que cuanto más lejos más cambia aunque tengas las suerte de compartir idioma. Habrá días que pienses que lo único en común que tienes con un país al otro lado del océano es eso, el idioma; porque queridos españoles, alguien os tenía que decir en algún momento que ser español es una suerte y es que si no sales de tu avanzado continente nunca sabrás la fortuna que has tenido por contar con plazas de sobra en una universidad pública, por poder volver a casa a las 5 de la mañana andando sin ninguna preocupación, por no haber visto en tu vida una caja de cobro en un hospital, por no tener que llevar efectivo en el coche por si te para la policía y evitar una multa injusta con un soborno…. entre otros cientos de cosas.

En cambio, otros días te encuentras en tu salsa ( verde, de chipotle, habanera, valentina o botanera) y parece que lleves toda tu vida tragando picante y diciendo “no mames wey” porque no sólo tienes trabajo “de lo tuyo” bien remunerado, porque puedes pagarte un alquiler en el barrio que te gusta tanto, porque ves que con talento y esfuerzo las oportunidades se presentan, porque puedes salir todos los fines de semana con pesos en la cartera, porque esos fines de semana los pasas con gente que aunque nueva, se convierten en parte de tu familia y porque en definitiva eres independiente tanto económica (antes de los 30) como emocionalmente.

Cuando esa lucha acaba es cuando dejas de convertirte en inmigrante, este paso depende cada uno; porque hay quienes se van pensando en no volver y como en mi caso, sabes que estás de pasada pero nunca por cuanto tiempo.

No seré la primera que diga que la ignorancia se cura viajando, pero es que no hay mayor verdad, y aprender su verdadero significado es una de las mejores (o mejor) experiencias que tendrás en tu vida; porque viajar no es hacerte unas fotos maravillosas y subirlas a Facebook, viajar es convivir (y luchar) con el lugar al que llegas.

Sofía Paz Luna

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