Susana Díaz, la gladiadora de Felipe González y Juan Luis Cebrián (con toda la colmena de El País y Cía), se atrevió a dar un paso al frente desde su feudo andaluz y anunció que presentará su candidatura a la secretaría general del PSOE el próximo 26 de marzo para luchar contra los pokémon (los rebeldes) y recuperar el viejo esplendor de su formación política.

“Tengo fuerza, tengo ilusión, tengo ganas, estoy animada y me encanta ganar”, recalcó Susana Díaz recientemente en Madrid ante 2.500 seguidores. Su decisión de competir por el liderazgo del PSOE en las primarias de finales de mayo se hizo pública el pasado 12 de marzo a través de un comunicado difundido por Europa Press.

Ahora, la valiente Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, tendrá que pelear en la arena del circo romano con otras dos fieras: el ex secretario general del PSOE Pedro Sánchez, que sufre el mal de ojo de Felipe González por “hacer guiños” a Podemos, y el ex lehendakari Patxi López, que se presenta como la Esfinge, el pegamento ideal de las dos partes que no pueden ni mirarse a la cara. El PSOE mira ahora al pasado y al futuro y no tiene ojos para el presente, como el dios Jano.

A Susana Díaz le podría ocurrir, dicen las malas lenguas, igual que a Hillary Clinton, quien no ganó las pasadas elecciones estadounidenses porque -según George R.R. Martin- “le faltaron dragones”. La lucha de los tres servirá no obstante para tomar el pulso al estado de salud del PSOE, que parece perdido en un tortuoso laberinto con minotauro incluido.

Ni Felipe González, que copió de Deng Xiaoping su filosofía política: “no importa que el gato sea blanco o negro, lo que importa es que cace ratones”, ni Cebrián, que últimamente parece que tiene secuestrado a Iñaki Gabilondo, permiten al PSOE el más mínimo acercamiento a Podemos, partido satánico que causa repelús al socialismo contemporizador y al PP.

La cadena de televisión de la derecha carpetovetónica TV13 (la de los obispos), reitera frecuentemente (hace unos días lo hizo en boca del ex ministro de Asuntos Exteriores Manuel García-Margallo), que el PP “desea un PSOE fuerte, unido”, una especie de primo hermano de los populares con el que pueda alternarse en el poder hasta el Día del Juicio Final.

Por mucho que le duela al PP, el PSOE está de capa caída y sufre una profunda crisis de identidad, cuasi adolescente. Sus seguidores y seguidoras se asemejan a las tribus desengañadas del mayo francés, con elefantes blancos incluidos, que acabaron en India y Nepal (Katmandú) en busca de un gurú que les mostrara la Montaña de la Luz. ¡Que canciones más bellas compuso en aquel entonces George Harrison tras fumar opio en Sangrila!

El manifiesto y desesperado intento de resurrección (por parte del PSOE) del “cadáver político” de la socialdemocracia, (en ese estado decrépito sitúa “la socialdemocracia” Étienne Balibar [1] ), sucede en un momento en el que las cosas se están poniendo al rojo vivo en el viejo continente.

En Bruselas los líderes de la UE están con los (…) de corbata temiendo que en un pispás se le crucen los cables al presidente turco Tayyip Erdogan y abra las puertas de Turquía (antigua sede de Troya) a los millones de refugiados que la insolidaria Europa teme como a la peste.

En medio de esos temores y temblores, los movimientos neonazis y xenófobos se multiplican como hongos y los gobernantes siguen dando la espalda a la realidad. Todos esperan que los problemas se solucionen por arte de magia, lo que no ocurre desde la época de Moisés.

Y vuelve a cantar Quiquiriquí el Noble Gallo Beneventano que sigue con expectación las decisiones de Donald Trump, quien ya ha anunciado un aumento espectacular de los gastos de Defensa de su país para “ganar guerras” dando el pistoletazo de salida a la primera “dictadura friki e incendiaria” del siglo XXI.