Cientos de pantalones vaqueros, exactamente los mismos agujeros y rotos, se amontonan en las tiendas de las cadenas de venta de ropa. Lo que hace años se puso de moda como un acto de rebeldía juvenil y diferenciación, ha acabado siendo adoptado como un elemento más en el diseño de la ropa, siendo incorporado al sistema de producción en masa. Y es que a parte de adaptar las tendencias de una moda más exclusiva y elitistas al gran público, produciendo la ropa de la manera que ya sabemos, las grandes distribuidoras van adoptando tendencias espontáneas, con carácter más rebeldes, alternativo o crítico, privándolas de todo significado. Ejemplos hay muchos, como los pañuelos palestinos, los pantalones anchos y caídos de los raperos…

Aunque lo más curioso de todo, ante un sistema globalizado tan unificador, es la importancia que damos a la moda como elemento diferenciador e identitario.