Desde la noche del 18 de octubre hasta la mañana del 19 de octubre, acudimos atónitos/as a un evento que no hace sino sonrojar ese espíritu tan europeo como lo es el respeto por los derechos humanos. Se trató de un motín pacífico protagonizado por unas treintena de personas migrantes encarceladas por una simple falta administrativa.
Hasta allí se personaron representantes del Ayuntamiento de Madrid y algunos/as diputados/as de la Asamblea de Madrid y del Congreso de los diputados, además de varios centenares de personas que se unieron de manera solidaria. Hubo reivindicaciones, intentos de mediación y hasta gestos de presión para evitar un hecho indudablemente real: la carga policial a personas que viven en un limbo legal, a quienes se les puede ejercer violencia de cualquier tipo (tortura, falta de acceso a medicamentos o atenciones médicas, carencia de instalaciones adecuadas para el simple derecho a una vida digna, entre otros desmanes).
Dicha expresión de solidaridad es de agradecer, toda vez que los medios de comunicación casi se circunscriben únicamente a hacer la cobertura desde la “carencia de medios policiales para evitar o gestionar este tipo de hecho”, sin pararse a pensar que las carencias de los/as internos/as son tan graves o más que los que denuncian los sindicatos policiales.
Asimismo, la presencia de representantes políticos frente a las instalaciones del CIE de Aluche, ha puesto en la agenda política y pública un hecho que se viene repitiendo con cierta cadencia a lo largo de los años en ha estado en funcionamiento los CIEs en todo el territorio del Reino de España. También sirvió para que vuelva al debate público la ilegalidad y vulneración de derechos básicos que se les niega a los/as internos/as y la búsqueda de posibles soluciones.
El fenómeno migratorio es una asignatura pendiente en las instituciones políticas y movimientos sociales
Pasadas ya unas horas, y viendo los acontecimiento con la distancia del tiempo, lo cierto es que hay realidades subyacentes al fenómeno migratorio, que es una asignatura pendiente en las instituciones políticas (nuevas y tradicionales) y movimientos sociales o redes de apoyo mutuo: integración política efectiva y beligerante de estos colectivos en la toma de decisiones relativas a políticas públicas; presencia en estamentos elegibles vía sufragio (cargos electos) o en equipos de asesores de esos cargos; y, carencia de capacidad de influencia en la toma de decisiones o de liderazgo dentro de los movimientos sociales, redes de apoyo mutuo o ’extituciones’, como se vienen a llamar últimamente.
Los migrantes no están representados
Comencemos por la capacidad de influencia de la población migrante en los asuntos públicos, uniéndolo con su casi anecdótica presencia en puestos de representación política o en equipo de asesores/as. Por ejemplo, en el Ayuntamiento de Madrid, de 20 concejales de Ahora Madrid, tan solo una es de origen migrante. Dicho de otro modo, la población migrante llega apenas al 5% de dicha agrupación.
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A julio del 2016, según datos del Ayuntamiento de Madrid y del padrón, esta ciudad posee una población migrante de casi 400.000 personas. Es decir, alrededor de un 12% del total de residentes de la ciudad. Así, observamos una discrepancia entre representación institucional y porcentaje de población migrante. De modo que si nos acogemos solo a los datos, asumiendo un posible reduccionismo y carencia metodológica, podemos afirmar que pudiera existir una sub-representación política de la población migrante de un 7% en la ciudad de Madrid.
Con estos datos, y reiterando que tal vez se peque de reduccionismo, es difícil imaginar una adecuada integración del colectivo migrante en la vida pública y política si ni siquiera en los partidos del cambio se tiene en cuenta esta realidad. Y redundando en la idea, y dando un vistazo a las listas que se presentaron a las primarias de Ahora Madrid, se observa una inexistente proporcionalidad entre personas migrantes y nativos/as acorde con la realidad antes descrita.
Si viramos la vista y observamos de manera análoga el fenómeno madrileño, pero en el Congreso de Diputados/as, se verifica la misma idea. La salvedad en este caso, empleando el caso de Podemos, es que en las elecciones primarias para diseñar la lista definitiva a presentarse en las elecciones generales, había una lista exclusiva de personas migrantes. Dicha lista fue votada modestamente por pocas personas militantes, y por método de elección, quedaron relegados/as sus miembros a una posición muy lejana a la de salida. En el caso de los equipos de asesores de las personas elegidas de Ahora Madrid, como en Podemos (Congreso), es muy sencillo imaginar cuántas personas migrantes hay en dichos equipos.
Así, en los dos ámbitos de representación política/institucional antes mencionados, hay una carencia que clama por ser salvado si realmente las personas que asistieron al CIE de Aluche se creen el credo de defensa de los derechos de las personas migrantes, entre los cuales cuenta el de ser elegido/elegible en procesos electorales y tener capacidad de influencia en las tomas de decisiones políticas en las instituciones, a través de representación política.
La misma carencia en la representación de los movimientos sociales
Ahora, pensando sobre la otra realidad subyacente del fenómeno migratorio, relativa a la carencia de capacidad de influencia en la toma de decisiones o liderazgo dentro de los movimientos sociales, redes de apoyo mutuo o extituciones; es fácil imaginar la dinámica que opera al interior de los mismos. Basta con abrir un periódico o ver la televisión, o simplemente acercarse a una asamblea de esos grupos, para ver quienes son más beligerantes, quienes comandan, quienes organizan y quienes llevan las portavocías o sus liderazgos.
Las nuevas formas de luchas en los movimientos sociales españoles (MMSS) han sido traídas en las maletas de personas venidas de América, sobre todo las vinculadas a las de “enfoque y perspectiva de derechos”; aportando la idea de cambio legislativo a través de una imaginación y dinamismo que han dado una frescura muy interesante en las luchas sociales españolas. No por ello hemos de perder el respeto por luchas precedentes, ni dejar de agradecer tantos esfuerzos previos a la inflexión generada por las ideas de personas migrantes. Un ejemplo claro nos obliga a remitirnos a la lucha por la vivienda, donde el colectivo ecuatoriano impulsó unas formas de luchas inéditas hasta la fecha en el Reino de España.
Si observamos las caras más visibles del movimiento por la vivienda en España desde el año 2009, hasta nuestros días, observamos una preponderancia aplastante de personas nativas, frente a las de origen migrante, siendo casi nula la presencia de estas últimas frente a las primeras; cuando quien abrió la caja de los truenos sugiriendo nuevas reivindicaciones y nuevas formas de lucha fue precisamente el colectivo migrante, sirviendo además de músculo movilizador de la lucha.
A manera de conclusión, y a la vista de lo hasta aquí expuesto, creemos que la coyuntura actual podría facilitar de algún modo la revisión puertas adentro de partidos políticos y MMSS, en sus modos de operar respecto a las personas migrantes, recogiendo, por ejemplo, ideas de equidad, para que haya igualdad de oportunidades de participación, o al menos proporcionalidad en función a la cantidad de personas migrantes que residan en una ciudad o territorio, o que militen en un MMSS.
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