Mi alcalde tuvo ayer el detalle de comunicarnos, en un ejercicio de transparencia, honestidad y responsabilidad, que las actividades culturales de mi ciudad serán externalizadas a partir del próximo año. Algunos grupos de la oposición (cómo son...) afilan sus críticas más viperinas atreviéndose a afirmar en público que lo que mi alcalde ha hecho es PRIVATIZAR dicho servicio. Privatizar, nada menos.

Sin embargo, como la transparencia es nuestra enseña, el primer edil ha tenido a bien aclarar algunos términos a los ciudadanos. "No se va a producir una privatización", ha explicado textualmente. También a los liberales nos gustan algunas cosas públicas. Se procederá, dice, a una gestión de las actividades culturales por parte de una empresa durante los próximos 50 años...privatizar, dicen los ignorantes. Parece que en su ejercicio de manipulación, los grupos de la oposición, que no dejan gobernar, quieren imponernos su lenguaje. La titularidad seguirá siendo municipal, el Ayuntamiento va a seguir teniendo un papel importante...un papel muy importante en el pago de un canon a la empresa durante los próximos 50 años. Pero no es privatizar, qué manipuladores.

Bien es cierto que no volveré a ver cómo el Ayuntamiento gestiona esas actividades hasta mis 80 años, pero...¿a quién le importa? Esta decisión me parece un acierto. Si la gestión la realiza una empresa, mi alcalde dice que todos saldremos ganando porque nos saldrá más barato. Resulta que hemos estado perdiendo dinero por no privatizar externalizar antes. Ahora, y gracias a esta magnífica gestión, pagaremos 200.000 euros al año, regalaremos las instalaciones, pagaremos los gastos corrientes y nos ocuparemos de pagar los desperfectos que puedan producirse, pero...¡oye! dicen que la calidad está asegurada, ya nos han repetido muchas veces que la gestión privada es mucho más eficiente que la pública, porque no se derrocha, así que...¿quién soy yo para contradecir a nuestras autoridades?

Así que...privatización externalización no es privatización, ruego a la izquierda que deje de manipularnos y deje trabajar a los que saben. Y por supuesto, si hablamos de servicios públicos, expreso aquí todo mi apoyo a la sanidad y a la educación pública, faltaría más. Hospitales públicos que son ejemplos de un maravilloso concierto que reúne a los mejores profesionales estatales y a las más responsables empresas de gestión, como los de Valdemoro o Alzira. Centros bien aprovechados. Y cómo olvidarme de esa maravillosa red de escuelas públicas en las que puedes elegir entre centros con niños raros al borde de la exclusión y procedentes de familias desestructuradas al estilo tradicional y las maravillosas escuelas concertadas que se construyen sobre terrenos públicos y que son, como todos sabemos ya, públicas, aunque mejor gestionadas, en este caso por organizaciones religiosas, para tranquilidad de nuestros valores y de nuestra ética.

¡Viva lo público y la pluralidad de opciones!