Últimamente no dejo de leer diferentes artículos y estudios alertando sobre anomalías en las condiciones meteorológicas que no responden a un patrón “normal” de variabilidad climática. Todo parece indicar que el Cambio Climático se está acelerando. Hay que recordar que en la naturaleza son muy frecuentes los fenómenos de retroalimentación o feedback, es decir, que muchos procesos funcionan de manera sinérgica haciendo que las variables evolucionen siguiendo patrones, por ejemplo, exponenciales (no lineales). Esto quiere decir que, en el caso del aumento de la temperatura de la troposfera ésta aumentaría cada vez más y en un período de tiempo menor. La consecuencia: el sistema climático se “desbocaría”, ¿hasta cuándo? Hasta que se alcanzase un nuevo equilibrio entre las distintas variables que controlan el sistema. Esto podría tardar décadas o siglos. Cada día que pasa estoy más convencido de que hemos pasado el punto de no retorno y hemos roto el equilibrio climático.
El cambio climático ya está aquí
Un ejemplo claro del tremendo cambio que se está produciendo en las temperaturas lo encontramos en el punto habitado más importante más cercano al Polo Norte, las Islas Svalbard (Noruega). En el gráfico se puede observar la temperatura media (-16°C) y cómo la temperatura media actual se encuentra muy por encima, hasta 12°C en febrero. Se da la situación tan insólita como que llueva en pleno invierno, acelerando así procesos de derretimiento de la nieve acumulada y ralentizando la formación de hielo ártico.
Fuente: https://www.yr.no/place/Norway/Svalbard/Svalbard_Airport_observation_site/statistics.htm
La consecuencia es clara. La superficie cubierta por hielo en el Ártico es actualmente la menor de las registradas hasta ahora, incluso por debajo del anterior mínimo récord del período 2011-2012 (ver gráfico abajo-izquierda). Así, la tendencia en la reducción en la formación de hielo ártico es clara (ver gráfico abajo-derecha). Es incontestable. Los datos hablan por sí solos.
Fuente: http://nsidc.org/arcticseaicenews/
El Acuerdo de París: ambicioso, pero incumplible
En noviembre del año pasado entró en vigor el Acuerdo de París, el cual limita el aumento de temperatura para 2050 a 2°C, aunque se muestra la intención de no sobrepasar el umbral de 1.5°C.
Pues bien, veamos cómo fue el año 2016. En la imagen de abajo se puede ver que para la mayor parte del Planeta las temperaturas del aire y del agua fueron superiores a la media, alcanzando en muchos casos el 1°C por encima e incluso los 2°C en zonas del Ártico. Es decir, que en muchos casos en 2016 se estuvo cerca o directamente se sobrepasó la barrera de los 1.5°C de incremento de temperatura respecto a la “normal”. En otras palabras, se incumplió ya el Acuerdo de Paris antes de su entrada en vigor. Si bien es cierto que el Acuerdo de París habla de temperatura media global planetaria, aunque sin duda esto es ya un malísimo comienzo.
Fuente: World Meteorological Organization (WMO)
La evolución del incremento de las temperaturas es clara, y particularmente en los últimos dos años se ha producido un nuevo incremento exponencial. Es importante recalcar esto, puesto que el Acuerdo de París se negocia en diciembre de 2015 y meses previos. A pesar de tener ya datos muy alarmantes sobre la evolución de la temperatura media global el Acuerdo de París no es vinculante. En este punto tuvo especial peso el comportamiento de Estados Unidos, que no ratificaría el Acuerdo en el caso de que éste fuera vinculante. Así, nuevamente, se elaboró un documento que se podría llamar “de buenas intenciones” pero que no obliga a nada, ni impone sanciones. Es más, se permite a los países con menor nivel de desarrollo el poder usar tecnologías basadas en el uso de combustibles fósiles hasta que alcancen un mayor nivel de desarrollo. En otras palabras, que cometerán los mismos errores que hemos cometido en los países “desarrollados”.
Todavía a día de hoy está pendiente de aprobación un Reglamento de la UE que articule cómo se va a aplicar el Acuerdo de París en los Países Miembros (Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre las reducciones anuales vinculantes de las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de los Estados Miembros de 2021-2030 para cumplir el Acuerdo de París).
El Cambio Climático: una alarmante realidad ante la que permanecemos impasibles
Por tanto, el Cambio Climático ya no es una predicción. Ya no es un mal augurio. El Cambio Climático es una alarmante realidad. Sin embargo, permanecemos completamente impasibles. ¿De verdad nos planteamos en nuestro día a día qué hacer para evitar que el Cambio Climático se agrave? Sinceramente, creo que la sociedad está pasando de no creerse el problema a creer que es tan grave que ya no se puede hacer nada. En ambos casos el comportamiento es el mismo, continuar con el estilo de vida consumista/capitalista que tenemos, aplicar el famoso carpe diem, y que el problema lo resuelvan otros.
Insolidaridad intra e intergeneracional
Creo que es un error pensar que los políticos son los únicos causantes del problema. Es un problema de la sociedad, de modelo, de estilo de vida. Somos responsables como sociedad de lo que ya estamos causando y del desastre que dejaremos a las generaciones futuras. Y no solo es el clima, es la escasez de recursos, el aumento de la desigualdad, de la pobreza, del hambre, de los refugiados, de las guerras. No quiero abrumar con más datos pero ya a día de hoy hay refugiados climáticos por el aumento en el nivel del mar en islas del Pacífico, o por las extremas sequías en zonas de África, o como consecuencia de la lucha por los recursos naturales.
Así, nuestro comportamiento como sociedad “occidental” refleja una absoluta falta de solidaridad tanto con las personas ya afectadas por los impactos negativos del Cambio Climático como con las generaciones futuras que sufrirán de una forma mucho más terrible estos impactos.
Hipocresía
Un ejemplo. El día 15 de febrero el Parlamento Europeo aprobó el tratado de libre comercio con Canadá (CETA). La implantación de estos tratados (como el TTIP o el TISA) – que incluso permiten que las empresas demanden a los países por crear determinadas legislaciones restrictivas para ellas – que limitan la soberanía y la capacidad de los países para tomar medidas en favor del medio ambiente es contraria a la filosofía del Acuerdo de París. Es decir, que los mismos políticos que negocian y firman el Acuerdo de París son los mismos que negocian y firman el CETA, el TISA o el TTIP.
La explotación de los recursos no solo no se ha reducido, sino que a pesar de que éstos son cada vez más escasos se idean nuevas formas y estrategias de esquilmar el Planeta. El fracking y otros derivados “no convencionales” del petróleo surgen como respuesta a la escasez de petróleo convencional. Su extracción es mucho más cara, mucho más contaminante y con un impacto ambiental muy fuerte. Por otra parte, y de forma paralela, continúa la explotación de recursos en los países menos desarrollados por parte de los países ricos, en lo que ya es un proceso de neocolonización. Minerales como el coltán, alimentos como el aceite de palma o la extracción del propio petróleo son solo unos pocos ejemplos de esta neocolonización.
Y todo ello se produce por la creciente necesidad de consumo de los países ricos. Sí, estos mismos políticos – y la propia sociedad – nos alientan a consumir como si no hubiera un mañana (literalmente). Este modelo nos incita a consumir mercancía manchada de sangre, sangre de las personas a las que ya explotamos y matamos con nuestro consumo y sangre de las personas que en un futuro morirán por nuestro inagotable afán consumista de hoy.
Artículo 45 de la Constitución Española
- Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.
- Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva.
- Para quienes violen lo dispuesto en el apartado anterior, en los términos que la ley fije se establecerán sanciones penales o, en su caso, administrativas, así como la obligación de reparar el daño causado.
Como veis, la simple aplicación de la propia Constitución Española ya impediría la mayor parte de prácticas que dañan el medio ambiente y que agotan los recursos naturales. Por desgracia, como ocurre igual que en otros derechos (vivienda, trabajo…) este artículo es simplemente decorativo.
Un crimen de lesa humanidad
Perjudicar el entorno natural significa dañar la salud e impactar negativamente sobre la calidad de vida de las personas que habitamos y las que habitarán el Planeta. Por este motivo, los crímenes contra el medio ambiente deberían ser contemplados como crímenes contra la humanidad. El problema es que el capitalismo por sí solo ya sería un crimen contra la humanidad. Esto nos da una idea de hasta qué punto el capitalismo es totalmente contrario a la conservación del entorno natural y de cómo el continuo crecimiento económico en un planeta que tiene recursos limitados es totalmente absurdo y dañino.
Soluciones: generemos redes, porque no estamos solas
Ciertamente, la descripción de la situación actual del Planeta es bastante negativa. Pero eso no nos debe inmovilizar. Debemos tomar medidas cuanto antes, aunque solo sea para mitigar los efectos del cambio climático.
Ya hay multitud de iniciativas (agroecología, permacultura, grupos de consumo…) y activismo, mucha gente que ha cambiado su estilo de vida y que además intenta que otras personas se unan. El futuro pasa por generar redes entre estas personas, intercambiar experiencias, aprender de las distintas iniciativas. En este sentido quiero terminar este artículo recomendando mucho el documental francés “Mañana” (Demain).
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