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Reutilización olvidada

22 de septiembre de 2016

El reciclaje de nuestras conciencias

Cuando se le pregunta a alguien si le interesa el medio ambiente, si está preocupado por los problemas que afectan al entorno natural, normalmente la respuesta es sí, y en muchas ocasiones va seguida de una frase que ya se ha convertido casi en una coletilla: “si yo reciclo”. Reciclar, ese mantra que se repite por todos los rincones, eslóganes publicitarios de ONGs, del Estado, y de mucha gente de a pie.


El reciclaje de nuestras conciencias
Daniel G. (CC)  

Antes, las campañas publicitarias no versaban solo sobre reciclar, sino que se aludía a las famosas 3R: Reducir, Reutilizar y Reciclar (por este orden). Así pues, reciclar es la última de las alternativas. Pero, misteriosamente, las dos primeras “R” han desaparecido, y ahora únicamente se habla de reciclar.

Reflexionando sobre cómo hace sentir a la gente el hecho de reciclar, se me ocurrió hace unos días un símil que me parece bastante acertado. Reciclar nos produce esa misma sensación de tranquilidad de conciencia que a los católicos confesarse ante un sacerdote. Da igual si cometes muchos y graves pecados porque éstos son perdonados tras confesarte (previo rezo de algunos Avemarías y Padrenuestros). Del mismo modo, da igual si estás todo el día de compras, si viajas en coche en vez de usar el transporte público, si tu casa en invierno parece un horno o un congelador en verano. Todo eso da igual porque tú reciclas y, por tanto, estás comprometido/a con el medio ambiente. Tu conciencia está tranquila.

Según datos de Ecoembes, en 2015 se reciclaron el 75% de los envases de plásticos, latas, briks y los envases de papel y cartón. ¿Dónde está el problema? Además de que hay un 25% de envases que no se reciclan y que el proceso de recuperación obviamente no es del 100%, el problema radica en que cada vez consumimos más. Es decir, que aunque se reciclase el 100% de los envases con un 100% de eficiencia en el proceso de recuperación aún se necesitaría producir nuevos envases para cubrir la demanda.

Y este es un ejemplo más o menos eficaz. Hay otros ejemplos en los que la situación es peor. Es el caso de los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEEs). Pongamos un ejemplo. El teléfono móvil. Mucha gente cambia de teléfono móvil cada muy poco tiempo (6 meses, un año). Pero sus dueños normalmente no se preocupan, porque han devuelto el móvil a la tienda y “la compañía se hace cargo”. Esos teléfonos muy probablemente acabarán en gigantescos vertederos en algún país de Asia o África golpeados por niños y mujeres para sacar de ellos las partes que todavía son aprovechables mientras están en contacto con compuestos que son dañinos para su salud. Y todo ello sin tener en cuenta que la inmensa mayoría de los aparatos electrónicos llevan materiales de sangre, como el coltán o el oro, procedentes en su mayoría de África. Pero todo ello da igual, porque reciclamos o, mejor dicho, soltamos el móvil en algún lugar y nos creemos que se recicla.

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En el supuesto caso de que los aparatos electrónicos se reciclasen, volvemos al mismo problema de los envases. De hecho, desde el año 2006, en España hay más líneas de teléfono móvil que habitantes. En la actualidad, hay más de 50 millones de líneas de teléfono móvil. Si tenemos en cuenta que un ciudadano español tarda de media unos 15 meses en cambiar de móvil podéis haceros una imagen de los millones de residuos que generamos. Pero nuevamente nuestra conciencia está tranquila porque “reciclamos”.

Estamos bombardeados por campañas con eslóganes que nos incitan a reciclar. Sin embargo, ¿cuántas campañas hay para reducir el consumo? ¿Cuántas campañas nos incitan a reutilizar? A partir del estallido de la crisis económica en 2007 muchas personas han empezado a reutilizar, ir a talleres de costura, aparecen con fuerza las tiendas de segunda mano, etc. Aunque solo sea por necesidad, y no por una preocupación ambiental, la gente ha empezado a reutilizar y reducir, sin que ninguna campaña de ninguna ONG o del Gobierno incite a ello.

Pero…las grandes empresas se han dado cuenta, sí. Y hay una gran superficie comercial que es experta en incitar al consumo. Su palabra mágica, “estrenar”. Puedes estrenar otoño, juventud, toalla y hogar, blanco y negro, fragancias… Pero la joya de la corona es este spot.

En el vídeo el eslogan completo es: “A todos nos gusta ir de compras. Y mirar. Y buscar. Y sorprendernos. Pero lo que más nos gusta es disfrutar de algo por primera vez. Lo que más nos gusta es estrenar”. Y lo peor no es solo eso, es que en su informe de Responsabilidad Social Empresarial de 2015 se puede leer el siguiente párrafo:

“Estamos comprometidos con el desarrollo sostenible a través de nuestra participación en foros e iniciativas empresariales de RSE como el Pacto Mundial, BSCI (Business Social Compliance Iniciative), Consumer Goods Forum o más recientemente Forética (desde marzo de 2016). De este modo, adoptamos compromisos conjuntos con la industria y aunamos esfuerzos. De hecho, en la última reunión internacional del Consumer Goods Forum que reúne a fabricantes y minoristas, El Corte Inglés participó explicando su estrategia contra el cambio climático y de lucha contra el desperdicio alimentario”.

¿Alguien puede explicarme cómo se puede luchar contra el cambio climático y el desperdicio alimentario a la vez que se incita a consumir? Se trata nuevamente de lavar las conciencias de trabajadores y consumidores: “Sí, mi empresa está incitando al consumo, pero está adherida al Pacto Mundial (sin saber lo que es eso)”, o “en la ropa que compro aparece una etiqueta de compromiso social”.

La mitigación del cambio climático, el agotamiento de recursos, la contaminación, el hambre, la pobreza…la solución pasa por una reducción drástica en el consumo en los países llamados del Primer Mundo. Sí o sí. Por mucha ciencia, reciclaje o smart cities que desarrollemos esto solo será un lavado de conciencia si no reducimos al mismo tiempo nuestro consumo. Reducir el consumo reutilizando lo que ya tenemos debe ser el eje vertebral que articule el resto de medidas destinadas a paliar la crisis socioambiental que vivimos.

Para ello, el los gobiernos deben legislar en favor de una reducción drástica e inmediata del consumo, trasladando esta idea al mismo tiempo al consumidor. Porque, al fin y al cabo, un mayor consumo no nos hace más felices (por mucho que reciclemos), al contrario, nos genera cada vez una mayor insatisfacción. Precisamente eso es lo que busca el sistema capitalista, nuestra insatisfacción. Tal y como leí hace un tiempo, “la felicidad no es rentable porque la gente feliz no consume”.

José Luis Vicente Vicente  

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7 Mensajes
  • form pet votre nom 22 de septiembre de 2016
    11:26

    Muy buen artículo.

    Básicamente lo que han conseguido es que seamos mano de obra gratis, con el mensaje de fondo de que molas mas si reciclas o que ayudas a la naturaleza.

    Cuantos puestos de trabajo se han ido al garete por ser recicladores guays? es absurdo relacionar el tirar un plástico en un cubo u otro y que eso tenga una repercusión en el medio ambiente. Ese reciclado se iba a llevar a cabo igualmente, la diferencia está en que lo hacéis gratis y antes había gente que vivía de esto.

    Responder a este mensaje

  • Gerard Romero Teba 22 de septiembre de 2016
    16:03

    Estoy completamente de acuerdo con la idea del artículo. Estoy comprometido con el medio ambiente, reciclo, pero también practico las otras dos "Rs", reducir y reciclar, es más, el reciclaje se ha convertido en un divertido "hobby".

    Tengo formación superior en Responsabilidad Social Corporativa, y siempre me surge esa duda, ¿Cómo se puede ser respetuoso con el medio ambiente y luchar contra el cambio climático siendo una empresa cuyo objetivo es augmentar su cuota de mercado y sus beneficios indefinidamente?. Al final por muchos sistemas de gestión medioambiental que una empresa implemente y por mucho reciclar, la empresa sigue siendo un problema para el medio ambiente, porque cada vez consume más energía y más recursos naturales.

    Si bien es cierto que hay empresas que están innovando con nuevos productos y proyectos que van dirigidos, no solo a no contaminar, sino a resolver problemas medioambientales. Por poner un ejemplo que me viene ahora a la cabeza, una empresa de ropa deportiva ha sacado al mercado unas zapatillas fabricadas con redes de pesca recuperadas de los océanos...

    Pero no quiero irme más por las ramas, iré a la cuestión que quería exponer en mi comentario.

    Nos imaginamos un futuro muy cercano en que un gran porcentaje de la población redujera drásticamente su consumo, los beneficios de las empresas se verían seriamente afectados, muchas personas perderían sus puestos de trabajo, la empresas no podrían hacer frente a los prestamos con los que se han financiado, se reduciría la recaudación del estado...

    Resumiendo, ¿Qué impacto tendría en la calidad de vida de las personas una reducción drástica y repentina del consumo? ¿Cómo se solucionarían los posibles problemas de todo tipo que eso generaría?

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    • José Luis (autor) 22 de septiembre de 2016
      21:59

      ¿El impacto en la calidad de vida de la reducción del consumo? Depende a quién preguntes. Si le preguntas a la gente que vive en los países menos desarrollados estarán increíblemente contentos, porque ellos podrían aumentar su consumo hasta un nivel que les permita tener una calidad de vida digna.

      Si preguntas al Sistema Capitalista de los países más "desarrollados", te dirán que es un drama. Para ellos el drama es que reduzcamos nuestro consumo, mientras que es perfectamente tolerable que otros se mueran de hambre.

      Desde mi punto de vista, la solución pasa por dejar de pensar al modo "capitalista", de competir entre nosotras y de mirar al vecino como un competidor, en vez de como un colaborador que me puede ayudar. Los grandes avances de la humanidad han surgido casi siempre desde la colaboración, y nunca desde la competencia. Mientras nosotras nos peleamos por unas migajas que nos dejan los que mandan, ellos se ríen de nosotras acumulando más y más riqueza.

      Si reducimos nuestro consumo se verían afectadas sobre todo las grandes compañías, esas que se basan en nuestro consumo masivo. Los menos afectados son son los pequeños comercios.

      Por otro lado, ¿has pensado en los beneficios para el medio ambiente? Cuando se plantea la reducción del consumo para salvar el planeta resulta que lo primero que decimos es qué va a pasar con la economía. Cuando si seguimos degradando el planeta se acabará tanto éste como la economía.

      En resumen, debemos cambiar nuestro punto de vista capitalista y pensar también en modo de rentabilidad social y ambiental y no solo económica. Reducir el consumo es rentable social y ambientalmente.

      Muchas gracias por leer el artículo y aportar tu punto de vista. Siempre es bueno intercambiar opiniones.

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  • Daniel 22 de septiembre de 2016
    17:31

    Es un juego psicológico, en realidad nadie recicla, separan los residuos que es distinto. Y el supuesto reciclaje es una farsa, si un envase lo convierto en un jersey deja de ser un envase por lo que en teoría no lo puedo reciclar.
    Lo lógico es hacer lo mismo con el mismo material, el sistema actual es absurdo y lo más curioso es que inconscientemente la gente no habla del contenedor de envases si no de plasticos que es una cualidad del material no un tipo de material, la arcilla también es plástica y nadie la echara a ese contenedor.
    Han conseguido imponer un sistema totalmente absurdo que no ayuda en nada al Medio Ambiente.

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  • Manuel 23 de septiembre de 2016
    13:35

    El problema, fundamentalmente, es que quienes hacen los anuncios y las campañas de concienciación son las industrias. En particular la industria del envase de usar y tirar, agrupada en Ecoembes, a la que no interesa ni la reducción y la reutilización. Sólo que compres y tires, eso sí, con la conciencia tranquila de que "reciclas", cuando lo más que haces es separar los residuos para entregarlos en un contenedor concreto.

    Desgraciadamente no es sólo la publicidad, los estudios sobre reciclaje, las estadísticas publicadas en prensa, las campañas de educación ambiental y la formación sobre medio ambiente en colegios e institutos están en manos de Ecoembes y los intereses de la industria del envase de usar y tirar.

    Si no lo decimos alto y claro estamos en peligro de fijar en la población el mensaje de que hay que consumir más para salvar el planeta.

    Sobre los datos de reciclaje que se ofrecen en este artículo: https://www.productordesostenibilidad.es/2016/07/por-que-los-datos-de-reciclaje-de-ecoembes-no-coinciden-con-los-oficiales/

    Sobre Ecoembes y sus campañas de publicidad: https://www.productordesostenibilidad.es/2016/02/ecoembes-no-es-lo-que-parece/

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    • José Luis (autor) 24 de septiembre de 2016
      19:44

      Hola Manuel,

      Muchas gracias por tu mensaje y por la información que aportas.

      Daría para más de un artículo el hablar sobre Ecoembes, su monopolio, su forma de fijar los precios de una manera un tanto arbitraria y siempre al alza...

      Como todo lo relacionado con los residuos, el reciclaje también está inmerso en una opacidad altamente sospechosa. Sin duda, el mantra del reciclaje ha calado muy hondo, mientras que el de reducir y reutilizar ha caído en el olvido.

      Necesitamos hacer más fuerza, no solo los gobiernos, sino los ciudadanos, desde iniciativas locales, tratar de educar en la cultura del bajo consumo y la reutilización.

      Esperemos que algún día pueda conseguirse. Gracias por tu aportación e ideas. Un saludo!

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  • form pet votre nom 23 de septiembre de 2016
    21:55

    Un artículo muy bien explicado y totalmente cierto... ¿dónde está la preocupación por REDUCIR EL CONSUMO?.. aquí el verdadero problema. La cultura del "yo reciclo" es una triste demagógica realidad que nos tiene ciegos...
    ¿y de qué manera consumes?

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