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Cómo democratizar el consumo

21 de diciembre de 2014

El poder del consumidor (como grupo)

Consumir es el uso o disfrute de un bien material o inmaterial que normalmente lleva asociado un intercambio que puede ser o no dinerario. Más allá de esta mera definición, la acción de consumir es un acto de decisión (y elección) que lleva implícita una connotación social, económica y medioambiental; el consumo, por tanto, puede ser un arma de lucha para combatir la desarticulación de la soberanía alimentaria además de mejorar las pautas alimenticias.


El poder del consumidor (como grupo)
Piperrak (CC)  

Desde la llamada Revolución Verde, fenómeno producido entre las décadas 60 y 70, la producción de alimentos creció de forma exponencial, sin embargo, ello no supuso que se realizase de forma igualitaria: más de 900 millones de personas en todo el mundo padecen hambre crónica, un fenómeno agravado por la especulación sobre los productos alimenticios y por el consiguiente aumento de los precios, según datos del Informe Mundial sobre Desastres 2011 de la Cruz Roja.

Es evidente que no se trata de un problema de cantidades sino de la forma de reparto desigual favorecido por las reglas de un sistema de mercado injusto que dificultan el desarrollo de las economías locales.

Desde la perspectiva del desarrollo endógeno todas las comunidades tienen un conjunto de recursos-económicos, humanos, institucionales y culturales- que constituyen su potencial de desarrollo, y en el que la participación ciudadana juega un papel predominante en una aproximación de “abajo hacia arriba”.

El consumo local hace referencia al conjunto de acciones (producción, distribución y consumo) referenciados en una zona o territorio concretos realizados con el objetivo de potenciar su economía de una forma sostenible.

Es en este contexto y en la búsqueda de nuevas formas de producción y consumo más responsables y sostenibles-desde una perspectiva social y ambiental- donde aparecen los grupos de consumo.

¿Qué son los grupos de consumo?

Un grupo de personas que se organizan de manera colectiva y autogestionada para adquirir productos locales, ecológicos y de temporada, entrando en contacto directo con el productor y pagando un precio justo por los productos.

Aunque existen diferentes formas de organización la filosofía común a todas ellas está basada en la voluntad del grupo de poder acceder a alimentos sanos, acortando los circuitos de comercialización y estableciendo pagos justos a los productores.

Los grupos de consumo han empezado a proliferar de forma paralela al auge de los movimientos vecinales y de barrio de las grandes ciudades, ayudando a fomentar su articulación social además de promover el acercamiento del campo a la ciudad llevando implícito una nueva visión no solamente del consumo sino de un modelo de vida más sostenible social y medioambientalmente.

El modelo de gestión de los grupos de consumo suele llevar asociado la autogestión que implica una mayor implicación de los y las participantes en tiempo y esfuerzo pero con una devolución en forma de alimentación más sana, un mayor conocimiento de los alimentos y sus formas de producción, y el enriquecimiento personal al trabajar de forma colectiva con un objetivo de transformación social.

Buscar productos ecológicos lo más cercanos posibles evitando así los llamados alimentos kilométricos, un local para el reparto (normalmente semanal o quincenal) y sobre todo, un grupo de personas que quieran promover un consumo de proximidad más sano y justo, son los primeros pasos para crear un grupo de consumo.

Además de esos encuentros periódicos en los que se reparten los productos que se han pedido previamente a un productor o productores, los grupos suelen reunirse de forma periódica en asambleas en las que bajo una toma de decisiones colectiva se acuerdan las formas de reparto, los criterios sobre productores, cultivos, distancias y otros temas relacionados con la alimentación y los sistemas de producción agroalimentario. Además, estos grupos ayudan a fomentar las relaciones de barrio, promoviendo actividades por y para los vecinos y vecinas ayudando a construir modelos más sostenibles y participativos en los que el consumo se convierte en una herramienta de lucha contra los modelos imperantes más injustos.

Hoy en día, los grupos de consumo pueden posibilitar la generación de empleo ya que en algunos grupos hay una persona contratada para la gestión de todas las tareas del grupo.

Además de alimentos de la huerta, frutas y verduras, la cesta de la compra cada vez está ampliando más su variedad de productos como cosméticos, lácteos, pan, carne, etc.

¿Cuáles son las principales formas de organización?

  • Por pedido: cada una de las unidades del grupo (suele ser una persona o familia) realizan el pedido entre la lista de alimentos que facilita el productor/a.
  • Por bolsa fija o cerrada: el productor o productora reparte una cesta cerrada con los productos disponibles en ese momento, normalmente el peso y el precio suelen estar fijados previamente.
  • Cooperativa de gestión: se paga una cuota fija al mes para cubrir los costes de la producción y se recibe una bolsa de productos entre los y las cooperativistas.
  • Modelos de cooperativa de producción-distribución y consumo: se trata de cooperativas que cuentan con tierras de cultivo propios y que abarcan todo el circuito (desde el campo a la mesa).

Busca experiencias en tu entorno más próximo:

Los grupos de consumo son una herramienta de cambio en poder del consumidor y consumidora; con su acción individual –y colectiva- se puede convertir una aparente simple elección entre dos productos, en un proceso transformador hacia la consecución de un modelo alternativo más sostenible social y medioambientalmente.

María Atienza    Economistas sin Fronteras

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