El primero en dar un paso heroico, siguiendo la estela del empresario y político Felipe González (PSOE) ha sido el líder de C´s, Albert Rivera, quien a pesar de los mosquitos y el sofocante calor que hace en Caracas, realizó un viaje relámpago de cuarenta horas a la capital venezolana y, rodeado por la santa oposición, dijo en una de sus gloriosas intervenciones: “Ellos (Podemos) vinieron aquí a por dinero, yo he venido a ayudar”. ¡Rediez!
Luego, calculando los votos que le reportarían el salto al charco, hinchó pecho depilado y continuó: ¡Si Pablo Iglesias (Podemos) intenta llevar el modelo de Venezuela a España, me tendrá enfrente! Yo no había visto nada igual desde la película “Sólo ante el peligro” de Gary Cooper y “Alien: el octavo pasajero”. Rivera, esa estatua de hielo que ni parpadea ante las estadísticas que arroja la pobreza en España, incluso se conmovió y lloró ante el dramón venezolano. ¿Se habrá descongelado tras llegar al corazón de las Españas?
Cada vez que piaba algo, más que mostrar su indignación por los presos políticos venezolanos y la ruina económica que padece la ex colonia, no dejaba de hacer alusiones a Podemos con la intención de demonizar a esa formación joven que cometió el delito de inyectar savia fresca a la izquierda. En un momentazo, se dirigió a las víctimas de Nicolás Maduro, e inspirándose en Jesús, dixit:”¡¡¡Os podrán cortar la electricidad, pero nunca la luz!!!...¡¡¡Porque la luz, sois vosotros!!!”.
También Pedro Sánchez (PSOE), que cabalga en burra hacia la Moncloa, lanzó una frase que pasará a la historia y que resume como ninguna el poder destructivo de Unidos-Podemos: “(Hugo) Chávez y (Alexis) Tsipras son muñecos rotos de Pablo Iglesias”.Cuando escuché esa sentencia envejecí, me salieron varias canas, y comprendí lo duro que es tener fe en estos tiempos en los que ya sólo se llora “pelando la cebolla”. [1]
Cuando el PSOE tocaba violines venezolanos contra Podemos, de repente, ¡Zás! el diario El Mundo abre portada, el 30 de mayo, con este titular: “Felipe González pidió por carta a un genocida favores para Zandi” (empresario hispano-iraní). La misiva iba dirigida al presidente del Norte de Sudán, Omar Al-Bashir, quien en 2009 fue hallado culpable de crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad por La Corte Penal Internacional [2]. A raíz del bombazo, la casta cierra los ojos y mete la cabeza debajo del ala, pues en las puertas giratorias, dicen los que saben, no se salva ni dios.
Por su parte, el “número dos” de Podemos, Iñigo Errejón, consciente de lo que se juega el pueblo español en el 26-J, especialmente las clases golpeadas por la crisis, se negó a entrar en peleas estériles con los ex socialistas e hizo una llamamiento “a no responder a los ataques del PSOE y a no considerar a Sánchez como a un enemigo”.
Él sabe que una parte del electorado del PSOE está cansada de los giros de 360º del partido ex socialista y que ahora duda ante el dilema de seguir apoyando las viejas políticas, o aliarse con una izquierda renovada que desea romper con un pasado que dio alas a la corrupción y a la desigualdad social.
Incluso el diario El País, el nuevo “Alcázar de Toledo”, reconoció en un estudio publicado la semana pasada, que entre los más de seis millones de votantes que tendrá Unidos-Podemos el 26-J, hay de todo: desde una izquierda comunista a un arco ideológico heterogéneo que rechaza en bloque los recortes sociales y las políticas austeritarias. Esa realidad, por mucho que le pese al arzobispo Cañizares, -convertido en la Estrella Polar de los nostálgicos del franquismo y de los zombis del PP-, demuestra que Unidos-Podemos es, también, “un movimiento transversal”.
La derecha y el PSOE odian “la idea de la transversalidad” como “alma mater” de Podemos. Ellos se sienten más cómodos y seguros estigmatizando a la nueva formación con la marca cainista de “radicalismo extremo”, ¿alguien, de verdad, se cree que el electorado de Unidos-Podemos viene, cual Terminator, a acabar con la mal llamada sociedad del bienestar que impera en esta raquítica democracia?
Otra vez el periodista Iñaki Gabilondo, indignado por el uso electoral que se está haciendo de Venezuela, ponía las cosas en su sitio, con serenidad y ecuanimidad [3] :
¡¡¡QUE ESTAMOS AQUÍ, OIGAN!!! Lo que estamos haciendo en Venezuela me parece un abuso. Estamos queriendo ganar las elecciones allí haciendo un juego torticero y parcial de lo que allí ocurre!...Me preocupa lo que ocurre en el mundo y también, por supuesto, en Venezuela, que es un país democráticamente maltratado y económicamente arruinado. Pero ¿Qué pasa con lo que ocurre aquí? Parece que los problemas españoles no merecen la menor atención. ¡Queremos propuestas concretas para los problemas concretos que tienen los españoles!… Me temo que si los curas nos convirtieron en agnósticos; los políticos van a convertirnos en ateos de la política.
Rajoy, que anhela formar un concubinato con Sánchez, (amor y odio van unidos), se siente, por otra parte, como Julio César apuñalado por Brutus (Albert Rivera). ¡Tú también, Brutus, hijo mío! [4]- dijo el insigne romano sin creerse que su cachorro, que mamó de sus ideas desde la infancia, participase en la conjura.
Y vuelve a cantar Quiquiriquí el Noble Gallo Beneventano para insistir en el espíritu transversal de Podemos. Si se unen todos los que defienden un puñado de derechos básicos (empleo, vivienda, sanidad, educación, pensiones y un par de cosas más) y dicen ¡Basta Ya! a Bruselas con la determinación de ir hasta el final, habremos dado un paso de gigante. De lo contrario, seguiremos vendiendo humo a los humonos.
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