A su regreso a la Santa Sede, -después de cumplir con su agotadora misión [2] y aumentar el rebaño de fieles en esas tierras arrasadas, esculpidas para no creer en nada ni en nadie-, el Papa se siente más purificado pues ha dicho a los “indios” y a “los mestizos” que perdonen a la Iglesia por las atrocidades que cometió en el pasado.
De vuelta a la realidad europea, ¡Zas! comienza un “Congreso sobre cambio climático y nuevas formas de esclavitud moderna” [3] y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, propone que el Vaticano haga “una reflexión sobre por qué uno va de putas”.
A este cronista se le ocurre pensar que:
Los "Hunos" y los Otros van de “putas” porque el mundo donde vivimos es un inmenso mercado, sometido a la implacable ley de la oferta y la demanda. A ningún rey-loco se le ocurre romper esa dinámica, -impuesta por los mercaderes y Bancaraña-, porque todo se vendría abajo, porque entonces “los antisistema intentarían la monstruosidad de construir una sociedad con rostro y corazón humano”.
El Pontífice ya habrá meditado a lo largo de su vida acerca de la prostitución, sobre todo después del episodio de Jesucristo y María de Magdalena. Quizás se comunique algún día con Manuela Carmena y le de su opinión acerca de ese espinoso asunto.
El Papa Francisco no tiene tiempo para relajarse. Apenas toma su primera tila en el Vaticano, se entera de que el alcalde Martiño Noriega se ha negado a ir a la Catedral de Santiago de Compostela para asistir a los actos programados con ocasión del Día de Galicia [4], amparándose en su “laicidad”.
Sabe que Dios nunca abandona a sus ovejas y se anima cuando le informan de que el presidente gallego, Alberto Nuñez Feijóo, – adalid del “PePón” y de la Santa Roma- ha sustituido en la ceremonia al regidor ateo y ha gritado, como un mártir atado a un poste en llamas en un circo romano:
¡Nunca renunciaría a representar a mi tierra en el Día de Galicia, y mucho menos a hacerlo en uno de sus símbolos indiscutibles, La Catedral de Europa!
Al Papa le empieza a mosquear lo que ocurre en España, donde los ayuntamientos de izquierda apartan crucifijos, bajan de sus peanas bustos del Rey Juan Carlos I y reivindican banderas republicanas... Jamás entendí por qué la Iglesia y sus acólitos trataron siempre a las “prostitutas y prostitutos” como si fueran despojos, heces de la raza humana. En cambio han servido a todo tipo de dictaduras militares, bendecido estatuas ecuestres de insignes criminales, etc.
Antes del “re-invento de Jesucristo” y de varias “fábulas” sobre su vida, en el Concilio de Nicea [5] (actual Turquía), y del abominable descubrimiento del “pecado”, en numerosas culturas se consideraba a las “mujeres de mala vida” sacerdotisas divinas. Tenían diosas protectoras: En Grecia y en Chipre (Afrodita); en Roma, Venus; en Babilonia, Isthar; en Egipto, Isis y Hathor. Muchas eran veneradas por su belleza, cultura e inteligencia. La “hetaira” griega, Friné, amante de Praxíteles (siglo IV a.C), ejerció de modelo para sus famosas esculturas de Afrodita.
En Japón, las geishas fueron objeto de culto y en Corea “las kisaeng” destacaron por su talento y pasaron a la historia como grandes poetisas, músicas y heroínas. Una de ellas, Gyewolhyang, participó en un complot para asesinar (a finales del siglo XVI) al general japonés Konishi Yukinaga que había invadido la península coreana.
En la prostitución, como en todo, hay muchas escalas, ¡Maldigo a las mafias que esclavizan, maltratan, encarcelan y amenazan, incluso con la muerte, a millones de mujeres, chicas y niñas, que han sido despojadas de sus pasaportes, documentación, etc. y viven en auténticos infiernos! ¡Si hay que ganar una guerra, es esa!
Respecto a las “putas” que ejercen esa profesión por necesidad, (empujadas por la crisis, los despidos laborales, las deudas contraídas con la banca, porque sólo encuentran ese trabajo, etc.,) sólo albergo afecto y admiración. Muchas grandes damas de la sociedad y sus payasos adinerados, no les llegan ni a las suelas del zapato.
En un relato de Eduardo Galeano, “El Festejo Que No Fue”, se narra una matanza de peones de la Patagonia argentina -que se alzaron en huelga en protesta por sus cortos salarios y sus larguísimas jornadas de trabajo-. Era la noche del 17 de febrero de 1922:
Los soldados, exhaustos de tanto matar, fueron al prostíbulo del Puerto de San Julián a recibir su recompensa. Pero las cinco mujeres que allí trabajaban les cerraron la puerta en las narices y los corrieron al grito de ¡asesinos, asesinos, fuera de aquí…! [6]
El negocio de la prostitución movió en nuestro país 3.612 millones de euros en 2013, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). La fuente agrega que esa actividad incluye a unas cien mil mujeres y unos tres millones de clientes. Sin embargo, es imposible dar cifras fidedignas debido a la niebla que envuelve ese mundo.
Concluyo diciendo, que en la antítesis de los “miserables” (prostitutas y prostitutos) se encuentran bellos Apolos y hermosas Afroditas que sólo trabajan con millonarios y ejecutivos. Esas “ninfas” y “gigolos” son, incluso, adorados, divinizados, y viven, como dice el filósofo, más allá del bien y del mal.
Y vuelve a cantar Quiquiriquí el Noble Gallo Beneventano para preguntarnos ¿sería un duro golpe a las mafias legalizar la prostitución y de paso, las drogas? El pueblo, que es más sabio que sus políticos, debe dar la respuesta. Aquí no valen los brazos cruzados.
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