Imaginemos que de repente ocurre una catástrofe a nivel planetario, de repente todo queda destruido. Ahora ya no puedes ir a la tienda a comprar comida ni ropa, tampoco hay electricidad ni combustible. Y entonces, te viene la aterradora pregunta a la cabeza: ¿y cómo hago para…?. ¿Podrías sobrevivir a esta situación? ¿Qué cosas sabrías hacer y cuáles no?
En mi caso no sabría hacer la mayoría de las cosas. Estamos acostumbrados a ir a la tienda y directamente comprar, o a que otras personas se encarguen de arreglarnos lo que se estropea. Además, cada vez más lo que compramos o es más sofisticado, como la tecnología, o viene cada vez más preparado para que tengamos que hacer el mínimo esfuerzo, como la comida precocinada. Esto nos desconecta progresivamente de nuestro entorno.
El caso de la agricultura es el más sangrante. Lo único que necesita el ser humano para sobrevivir es comer y beber. ¿Cuántos de nosotros sabríamos cultivar un huerto para autoabastecernos? ¿En manos de quién hemos dejado nuestra alimentación? ¿Tienes capacidad para decidir qué quieres comer? ¿Sabes qué significan todos los ingredientes de la comida que ingieres cada día?
Creamos un sistema perverso basado en la desinformación y en la extrema competitividad
Probablemente tu respuesta sea negativa para casi todas estas preguntas. No te preocupes, es común a la inmensa mayoría de la sociedad. Mientras tú estás absorto en tu trabajo, que te quita una gran parte de tu tiempo, otros se dedican a prepararte la comida y la cena, a alimentarte con lo que ellos deciden que tienes que comer. De este modo, probablemente no sepas que esos productos “light” que tomas para evitar engordar llevan aspartamo, también conocido como E 951, el cual puede producir trastornos neurológicos y cáncer. Quizá tampoco sepas que muchos otros productos llevan potenciadores del sabor, como el glutamato monosódico, también conocido como E 621 (presente en fritos, snacks, salsas, condimentos, encurtidos, productos cárnicos y derivados del pescado), neurotóxico y entre cuyos potenciales efectos se encuentra desde el trastorno bipolar hasta el Alzheimer. Este último aditivo, además de potenciar el sabor evita que se genere en tu cuerpo una sensación de saciedad y, así, continúes comiendo. Estos son solo dos ejemplos de cómo hemos dejado nuestra alimentación completamente en las manos de unas empresas cuyo objetivo no es alimentarte de forma sana, sino que consumas hasta tu límite y así les generes el máximo beneficio. Tu estado de salud no forma parte de sus objetivos empresariales.
Hace unos años, mientras hacía las prácticas de una asignatura de la carrera relacionada con la educación ambiental en un colegio, me di cuenta de que lo peor de todo no es que nosotros, que hemos visto cómo nuestros abuelos y padres cultivaban o hacían comidas “caseras”, perdamos la conexión con el entorno, sino que las generaciones futuras ni si quiera van a tener esa conexión en algún momento de su vida. El caso es que la anécdota fue la siguiente. Les preguntamos a los alumnos de 6º de primaria si sabían de dónde venía la electricidad. La respuesta nos dejó helados: “La electricidad viene del enchufe”. Ese es el único conocimiento que tenían. Y esto mismo ocurrió con el agua potable o la alimentación. Enseñamos a nuestros hijos a resolver ecuaciones de segundo grado al mismo tiempo que no saben que una aceituna no puede comerse directamente del árbol o qué frutas o verduras se producen en cada momento del año. Afortunadamente, cada vez hay más iniciativas que tratan de revertir esta situación, como es el caso de los huertos escolares, cuyos beneficios puedes leer en este enlace.
- “Cualquier contestación al capitalismo tiene que ser decrecentista, autogestionaria, antipatriarcal e internacionalista”
- El capitalismo global necesita una base de energía que ya no va a tener
- “Nos hemos creído el espejismo de una alimentación sana, variada y en libertad"
- Los huertos urbanos comparten experiencias
- La carne: más allá del cáncer
- Alimentos kilométricos: por una dieta “baja en emisiones de CO2”
Un ejemplo de desconexión prácticamente total es el recibo de la electricidad, imposible de descifrar. Nadie te explicará que probable tengas una potencia contratada en tu casa superior a la que realmente necesitas y, así, estés pagando más de lo que te corresponde por tu consumo (aquí tienes más información sobre cómo saber la potencia que realmente necesitas en tu vivienda). Tampoco te recordarán que la energía se produce con recursos naturales que son de todos, que son un bien común. Utilizan el viento y el agua de nuestros ríos para producir una electricidad que luego pagamos a precio de oro, como si el agua y el viento fueran una propiedad privada.
El sistema capitalista-consumista se fundamenta en la creación de ciudadanos que sepan mucho de muy poco, y eso en el mejor de los casos, para que trabajen en sus pequeñas parcelas de conocimiento y no se pregunten nada que no esté relacionado con su trabajo. Crear peones que se muevan al ritmo de lo que sus jefes les digan. No cuestionarse nada porque “todo es muy complicado” o “tú solo no puedes hacer nada”, por comentar dos de las respuestas más comunes. En definitiva, el objetivo es el de crear ciudadanos desconectados de la realidad y del entorno, incapaces de vivir de una manera autosuficiente, para que ellos (las multinacionales en connivencia con el poder político) puedan acudir a tu rescate cuando necesites algo, es decir, constantemente. Así, se crea un sistema perverso basado en la desinformación y en la extrema competitividad, en el que siempre ganan los que ya tienen una posición de superioridad.
De este modo, e incapaces de tener una visión global y transversal de los problemas que afectan a la sociedad, continuaremos viviendo en nuestra pequeña isla a salvo de cualquier contratiempo que pueda surgir en los alrededores. Hasta que llegue el tsunami
6 Mensajes
12:30
Hola José Luis.
Aprendemos conocimientos que no duda que puedan ser necesarios, si embargo apenas prestamos atención a otras historias que son fundamentales para la vida. Probablemente existan intereses que hagan que esto sea así.
Pocas veces o por no decir ninguna solemos pararnos a pensar y cuestionar las cosas que hacemos, simplemente nos dejamos llevar por la inercio y punto.
Una vez más te agradezco cada artículo que publicas, porque estoy totalmente de acuerdo contigo.
Un fuerte abrazo amigo.
Víctor Figueroa
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08:16
Muchas gracias por los ánimos, Víctor.
Por desgracia, cosas que parecen evidentes y lógicas pasan desapercibidas por culpa de un sistema que abandona toda lógica y todo sentido común.
Un abrazo para ti también, que sabes que te aprecio muchísimo!
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14:21
Perfectamente explicado. Es necesario que abramos los ojos y cambiemos las gafas desde las que vemos el mundo. Yo ya lo hice y aunque el camino es duro, también es muy gratificante. ¡Difundo!
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08:17
Muchas gracias, Lidia.
Se agradece saber que poco a poco somos más los que nos vamos concienciando.
Un abrazo!
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14:22
Me ha gustado mucho. Es reconfortante ver como se difunden este tipo de opiniones, gracias!
Para mí está claro: menos trabajar tantas horas para ajenos y más para sobrevivir :)
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12:10
Muchas gracias, Cristina.
Se intenta, a pesar de todo. Por fortuna, en El Salmón Contracorriente somos libres de publciar nuestras opiniones ;)
Gracias!
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